Cuando
se habla de políticas culturales y ciudad, es sumamente importante contemplar
que el sector cultural local no puede interpretarse únicamente como un generador de servicios culturales básicos, ya
sean museos, bibliotecas o teatros; aún más, este debe ser un sector que se
integre con el turismo, el mercado y la sociedad del conocimiento, potenciando
la creación de empleo y mejorando la calidad de vida local.
Según
Félix Manito, al ser muchos los casos donde los ayuntamientos locales o
municipales tienen una limitada capacidad de actuación sobre los ámbitos más
relevantes de la cultura (como los son las industrias culturales), y
considerando que el ámbito de intervención cultural propiamente municipal es el
de la difusión, el desafío de las políticas culturales en el desarrollo
estratégico de la ciudades deberá ser el de buscar fórmulas creativas para
intervenir en las fases más desatendidas del proceso cultural, es decir, la
creación y la producción artística. El autor Félix Manito justifica este hecho
con dos razones:
Por un lado, las políticas culturales en el campo de
las industrias culturales se justifican por su impacto económico como creación
de puestos de trabajo. Por otro lado, se plantea la necesidad de intervenir en
el campo de las industrias culturales con la finalidad de garantizar la
existencia de un mayor pluralismo y diversidad cultural en el territorio (De
Manito, 2006: 37)
Antes
que nada, las políticas culturales locales deberán diferenciar las grandes
capitales culturales de los municipios más pequeños, donde la gran mayoría de
los programadores son los gobiernos locales o las instituciones sin fines de
lucro que se centran en los “sectores artesanales de la cultura” (festivales de
música, cine, artes escénicas), económicamente menos rentables.
@yor_linda
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